Quien puede cambiar sus pensamientos, puede cambiar su destino.
sábado, 6 de noviembre de 2010
El día de pentecostés
Al llegar el día de pentecostés estaban todos los apóstoles reunidos con un mismo objetivo. De repente vino del cielo un ruido como una impetuosa ráfaga de viento, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuegoque se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; se llenaron todos de Espíritu Santo y se pusieron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Residían en Jerusalén hombres piadosos, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor, porque cada uno les oia hablar en su propia lengua. Estupefactos y perplejos se decían unos a otros: <<¿Qué significa esto?>> otros en cambio, decían riéndose: <<¡Están llenos de mosto!>> (es decir, borrachos)
Entonces yo, presentandome con los Once, levanté la voz y les dije:
<< Judíos y todos los que vivís en Jerusalen, que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras: éstos no están borrachos, como vosotros suponéis, pues es la hora tercia del día, sino que es lo que dijo el profeta:
Sucederá en los últimos días, dice Dios:
Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal
y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros jóvenes verán visiones
y vuestros ancianos soñarán sueños.
Y también sobre mis siervos y mis siervas
derramaré mi Espíritu.
Haré prodigios arriba en el cielo
y signos abajo en la tierra.
El sol se convertirá en tinieblas,
y la luna en sangre,
antes de que llegue el Día grande del Señor.
Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el nazoreo, hombre acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y signos que Dios realizó por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fué entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matásteis clavándole en la cruz por mano de unos impíos. A éste Jesús Dios lo resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. Así pues, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y lo ha derramado; ésto es lo que vosotros veis y oís.
Sepa pues, con certeza todo Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo, a ese Jesús a quién vosotros habéis crucificádo.>>
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